lunes, 23 de julio de 2018

¿Jugamos?




Esta no es una nueva entrada en mi blog, no.  Es una invitación.  Permítanme explicarme.

A raíz del Picnic en la Terraza, mucha gente me escribió diciendo que les había gustado la entrada.  Todos saben que debido a los eventos de estos últimos meses, he estado “reponiéndome”, reinventándome, reencontrándome para poder seguir adelante. 

Pues, resulta que uno de estos días estaba escuchando radio y estaban hablando de lo difícil y dura que se ha puesto la vida en mi bellísimo país y pensé: “Los venezolanos estamos de duelo.  Un duelo tan duro y difícil como el mío”.  Después de todo, hemos perdido a nuestro país, el de los paisajes alucinantes con su estallido de color que asalta nuestra vista a cada paso; el del zaperoco de guacamayas que surcan el cielo tempranito en la mañana y de vuelta al atardecer; el de aromas a hallacas cocinándose o a café recién colado.

Como mis “juegos” me han ayudado a recuperarme, los invito a jugar conmigo.  ¿En qué consiste el juego?  Muy fácil, un día, cualquier día, digan: “hoy voy a jugar como si nada importara en la vida, como cuando era chamo”.  Sí, yo sé: “No tengo tiempo”, “No tengo ganas”, “No tengo real”.  Cuando éramos chiquitos ninguna de esas excusas era válida, ¿verdad?    Entonces, ¡dale!  ¡Vamos a jugar!

Imagínate que ese pan duro que tienes en la nevera se convierta en unas deliciosas tostadas francesas.  Sírvelas en un plato lindo y cómetelas en el balcón o en el jardín o en un mantel en mitad de la sala.  Confieso que esta idea no es mía, sino de mi amiga Pilín que se inspiró con mi entrada de la Pizza en el jardín.  También puedes rescatar a tu Súperman interior e imaginar que tienes súper mirada.  Camina por ahí imaginando que puedes ver a la gente sin ropa o algo.  ¡Te garantizo que te vas a reír como loco!  O maquíllate como si fueras una cantante de Rock y agarra el cepillo y canta a todo pulmón una canción.   Imagina que tu carro es un Fórmula Uno y haz todos los ruidos pertinentes de aceleración y freno, como cuando eras chamo.  Juega solo, no vaya a ser que te tilden de loco.

La idea es rescatar al niño interior.  Cualquier juego es válido.  Lo único que les pido es que compartan conmigo cómo se sintieron para reírme y así alimentar mi niña interior.  Me pueden contar vía Twitter o Instagram a @jazzdancer1.

¡Vamos a jugar!

viernes, 22 de junio de 2018

¡Hola, Solsticio de verano!


Este almuerzo debió ser ayer que era el día del Solsticio de verano, pero por un desperfecto técnico (me quedé sin plata y no había manera de transferir) tuvo que ser pospuesto.  A veces, las cosas no salen a la primera porque no ha llegado el momento preciso.

Bueno, volviendo al relato. Quería celebrar el solsticio de verano; darle la bienvenida a la luz, a la brisa y a esa modorra sabrosa que traen los días de junio, julio, agosto y septiembre y que es producto de los años de colegio cuando en lo que empezaba el verano, se acaban las obligaciones y se tenía todo el tiempo del mundo para jugar, investigar y divertirse.  Crecí en una época donde los padres no se sentían en la obligación de mandarlo a uno para un campamento de verano, sino que se contentaban con que estuviese en casa, inventando travesuras.

Para la ocasión, quería almorzar en el jardín, pero ¡mi jardín da lástima!  Gracias al jardinero que acabó con la grama, el patio es una gran extensión de tierra con unos cuantos mangos en el suelo y algunas hojas por aquí y por allá.  Sin embargo, viéndolo con ojo de director cinematográfico que quiere mostrar algo que no es más que cartón piedra, me fijé que debajo del tamarindo había una locación ideal.  Con la paciencia del Santo Job, mudé una mesita redonda de la sala y una silla del comedor debajo del tamarindo.  Se veía romántico y a la vez extraño; normalmente uno no se encuentra mesas y sillas de caoba en mitad de un tierrero, debajo de un árbol, pero los romances son así: extraños e inesperados.  Procedí entonces a cortar unas flores rojas porque le estaba dando la bienvenida al verano con toda su pasión y las metí en un vaso de cristal que me encontré curucuteando entre viejos regalos de matrimonio.

El "set" para el almuerzo con la asistente de cámara verificando todo.


Preparé el ágape: pizza y una bebida que combina jugo de durazno y té de flor de Jamaica con un poquito de té verde y limón.  En realidad, los colores también son significativos porque son amarillos, rojos y naranjas, los colores del verano.  Adorné un vaso con corazones rojos con una rodaja de limón, lo llené hasta el tope de hielo y serví el combinado, mientras se horneaba la pizza.  Igual que en el post anterior incluyo la receta porque es facilísima y no tiene nada que envidiar a las pizzas compradas.  De postre: gelatina “para las uñas y el pelo”, como decía mi mamá.
Los ingredientes
Lista para ir al horno















La mesa servida y la asistente de cámara asegurándose que todo estuviera bien dispuesto



Llevé todo a mi set improvisado de cine y ¡a comer!, no sin antes agradecer por el festín y todas las maravillas que me rodean.  Mientras almorzaba me fijé que el jazmín de la india que mi mamá sembró alrededor de todo el jardín está florecido, lo que le brindó al aire fresco un rico olor a jazmín (a mí me produce una alergia atroz, pero igual huele rico).  
A veces estamos tan obnubilados por los problemas que no vemos bien lo que nos rodea y que puede ser muy hermoso.

Los jazmines en flor


La receta de la pizza:
Para la salsa:
Un tomate, una cebolla muy pequeñita, 1 cucharadita de azúcar y una pizca de sal
Para la cubierta de queso:
Queso mozzarella de búfala, una cucharada grande de parmesano y orégano al gusto.
Pan de pita.
Hornear a 450°F durante seis minutos y medio.
Tip:
Generalmente, compro unos cuantos tomates y los licúo con la cebolla y los aderezos, meto la salsa en una bolsita plástica y la congelo.  Así tengo salsa de pizza o de tomate para cuando me provoque.
Tip2:
Compro unas tres bolitas de mozzarella, las corto en cuadritos, las mezclo con el parmesano y el orégano, e, igualmente, lo embolso y lo congelo.

lunes, 18 de junio de 2018

El Picnic en la Terraza


Mucho ha pasado desde la última vez que escribí en este blog.  Para empezar, mi razón de vivir, mi secuaz, mi compañero inseparable de aventuras, mi esposo Alfonso, se me fue el 19 de marzo del 2018.  Con y como él, todo se volvió cenizas y quedé absolutamente sola, sin planes y con la compañía de mi perra y tres gatos.

Como no me puedo morir junto con Alf y con mis planes, he dedicado estos casi tres meses a inventarme juegos para pasar las horas y días que pueden llegar a ser interminables.  ¿Saben cuántos años pasan entre las 7 de la mañana y las 11 de la noche de un día cualquiera?  ¡Aproximadamente cuatro años y siete si se trata del sábado o el domingo!

Es por eso que le vuelvo a dar un giro al blog.  En este momento, no relataré los acontecimientos de Venezuela que siguen siendo pavorosos y desesperanzadores con una hiperinflación que se come cualquier ingreso en un pestañeo.  No, me voy a dedicar a relatar mis juegos e inventos.  ¿Quién sabe si logro ayudar a alguien que esté en mi misma situación?


El sábado planifiqué un picnic en la terraza, techo, en realidad, de la casa.  Con una premeditación digna de cualquier ladrón de bancos, cronometré todo de manera que pudiera hacer mi picnic justo a las 6:30 de la tarde, cuando empieza a atardecer y el cielo pasa de rosaduzco a un azul claro-oscuro.  Con suerte a esa hora salen las primeras estrellas.  Lamentablemente, ese día estaba muy nublado, pero igual tuve mi cielo rosaduzco.

En la casa hay un enorme árbol de tamarindo, sembrado por mi mamá hace como mil años y la terraza se cubre de hojitas rojizas.  Allí coloqué un mantel a cuadros azules y blancos y el festín para el picnic.  También puse un cojín o esterilla de mimbre que compré alguna vez para hacer un picnic con Alf, pero que nunca se dio.

El festín incluía una deliciosa ensalada, pan de pita, Bin-Bin de postre y Coca-Cola Light para beber.  Igualmente, la preparación de la ensalada (cuya receta incluyo más adelante) fue absolutamente premeditada.  Compré los ingredientes en el mercado de Chacao y dejé la tocineta friéndose en el horno mientras iba a misa de 5:30, de modo que al regresar estuviera lista, crujiente y esperándome.  Corté todo antes de salir y lo dejé en la nevera.  Pasé por la farmacia y compré el postre:  una bolsa grande de Bin-Bin multicolores que se pueden disfrutar de uno en uno o muchos a la vez.

Luego, subí con la bandeja del festín, abrí la puerta que da a la terraza, tendí el mantel y me senté a disfrutar del atardecer, mientras comía.  ¡Fue un espectáculo maravilloso!  Me visitaron unas guacamayas que iban hacia su casa y el cielo fue pasando de azul clarito (con algo de gris) a rosaduzco y de allí a azul oscuro.  Cuando ya anocheció, aterida de frío, levanté las cosas y me metí en la casa.  ¡Fue una experiencia maravillosa!



Tengo planeado otro picnic vespertino para el día de San Juan.  Ya veré qué voy a preparar para entonces.

Ensalada de aguacate y tocineta
  • ·         Tocineta bien fritica y crujiente (si la meten al horno a 350 durante 20 minutos queda perfecta y sin ensuciar nada, salvo un pedacito de papel de aluminio)
  • ·         Aguacate en trocitos
  • ·         Tomate en trocitos
  • ·         Pepino (yo usé celery porque olvidé comprar el pepino)
  • ·         Cilantro bien picadito
  • ·         Vinagre de arroz (yo usé jugo de limón.  Las cosas no están como para estar comprando vinagres de arroz)

·         La receta original no lleva aceite, pero yo le puse una cucharadita al vinagre.
Mezclar todo muy bien y servir sobre hojas de lechuga (yo usé rúgula).

sábado, 24 de septiembre de 2016

¿Los Zapatos de Manacho?


Hace unos días, el 21 de septiembre del 2016, para ser exactos, nos quedamos sorprendidos con esta noticia:




En realidad, en Venezuela las cosas están tan de cabeza que es difícil para los que vivimos aquí sorprendernos con algo; las 24 horas de cada uno de los 365 días del año aparecen noticias que nos arrugan el corazón, siembran el terror en nuestro cerebro y nos dan un corrientazo eléctrico de 5000 voltios que nos paran los pelos de punta.  Ya deberíamos estar acostumbrados a las noticias espantosas y cualquier novedad debería simplemente hacernos subir las cejas y decir ¡Qué barbaridad!  y seguir con nuestra vida cotidiana: es decir, preguntarnos ¿dónde consigo azúcar, harina, café...? 




Esta noticia en particular me estremeció, pero no fue ver a los bebés dormidos en sus cajas de cartón, sino la respuesta del Gobernador de Anzoátegui lo que verdaderamente me descolocó. 




¿Cómo es posible que, en nuestra Venezuela, esa que muchos consideramos el mejor país del mundo por su gente, sus paisajes y este clima maravilloso (al menos en Caracas), haya gente tan ruin, baja y descarada?  ¿Cómo es posible que por asegurarse la permanencia en un cargo político que le permita robar, este ser diga algo tan depravado?  Me pregunto si cuando sus hijos nacieron (si es que tiene hijos) él habría aceptado que los metieran en una caja de cartón como animalitos.  Tal vez él mismo “decoró” las cajas de cartón donde metieron a sus hijos, haciendo alarde de una creatividad sin límites, de mal gusto, pero sin límites.

Esta entrada de mi blog es una campanada de alerta para aquellos que todavía creen que aquí los venezolanos estamos exagerando cuando decimos que la estamos pasando mal.  No, señores, no son aspavientos, solamente contamos las cosas más horrendas, pero cada día vivimos un calvario.  Necesitamos ayuda.  Nos estamos muriendo y lo más triste es, para ponerlo en palabras del tuitero @LuisCarlos:


viernes, 24 de junio de 2016

Toma Tu Tomate Tibisay



El camino para invocar el Referéndum Revocatorio ha sido largo, tortuoso y lleno de arbitrariedades, caprichos y humillaciones.  Primero, las rectoras del CNE no terminaban de dar los requisitos para iniciar el proceso; después se tomaron todo el tiempo del mundo para revisar las firmas con excusas como que las firmas eran planas, habían fallecidos firmando, etc. etc.  Finalmente dictaminaron que había que ir en persona a validar las fulanas firmas y pusieron unas condiciones “cascorbas”, como diría mi papá.  Solamente habrían captahuellas para validar en las capitales de los estados, lo que significaba que si se vive en Cúpira, Edo. Miranda, había que ir a Los Teques (más de 5 horas de distancia, con viento a favor y sin tráfico).  Luego, en un arranque de “bondad” dijeron que “municipalizarían” la presencia de captahuellas y que cada municipio tendría un punto de validación, pero luego privó la perversidad y decidieron poner captahuellas solamente en algunos municipios (los más alejados, recónditos y/o peligrosos).

Como dijo El Chigüire Bipolar: “si vives en Bolívar, validas en Maracaibo, si vives en Maracaibo validas en Margarita y así...”    La idea era obstaculizar lo más posible que la gente fuera a validar.  Además, casualmente, las personas que salieron favorecidas eran casi todas de la tercera edad.  No obstante, las mentes perversas que idearon semejante atrocidad no contaron con la astucia del espíritu demócrata y gente en silla de ruedas, camillas o muy enferma validó su firma.
Foto de iGuaro

Rápidamente, se montaron operativos para llevar a la gente en autobuses a los distintos puntos de validación y fue así como cómodamente hicimos turismo interno.  Alf y yo nos fuimos para Higuerote en un autobús facilitado por la alcaldía de Chacao y la gente de Primero Justicia.  Todo fue muy divertido porque hasta nos dijeron que si nos paraba la guardia debíamos decir que íbamos de excursión y que todos éramos familia.  Y encima nos dieron instrucciones de cómo defendernos de ataques de grupos violentos ( ! ).  A Dios gracias la guardia no nos paró y llegamos a nuestro destino sin novedad.  Allá nos estaban esperando y entre aplausos y vítores nos organizaron en cola.  Nuestro proceso de validación fue rápido e impecable, cero anécdotas escabrosas que contar, pero en otras partes la cosa no fue tan fácil...

En el estado Aragua, el gobernador una noche decidió talar unos árboles y trancó los accesos a uno de los puntos de validación, pero la gente ni corta ni perezosa cruzó un río para llegar al lugar.
Foto de @PrimeroJusticia

En el estado Delta Amacuro, el punto de validación quedaba a diez horas en lancha de donde estaban los waraos, pero a ellos no les importó y llegaron a su destino con bien.
Foto de @ElNacional

En el estado Nueva Esparta implementaron una operación Morrocoy donde en una hora lograron validar apenas siete firmas en todo el estado (el proceso de validación toma si acaso 1 minuto), pero la Virgen del Valle calmó a los demonios y allanó el camino y este estado pequeñito finalmente alcanzó las firmas correspondiente cerca de las 2 de la tarde del último día del plazo otorgado (hoy 24/06/2016) porque Tiby y sus secuaces además pusieron la condición de que, si no se lograba el 1% en todos y cada uno de los estados, no habría referéndum. 

Caricatura de Edo 24/06/16

Todos esos escollos fueron salvados con total éxito y ya estamos listos para la próxima prueba.  ¿Qué se le ocurrirá a ahora a “la-que-no-tuvo-regalos-del-niño-Jesús”?  ¿Quién sabe?  Pero por muy difícil que nos la ponga, vamos a salir airosos porque en Venezuela estamos hartos de caprichos y necedades de gente que resuma odio por todos los poros de su cuerpo y somos demócratas.

sábado, 7 de mayo de 2016

La oscurana

Todo empezó con absoluta normalidad.  Con esa calma que precede las peores tormentas y que te deja completamente desprevenido de lo que se te viene encima.

Ese lunes 2 de mayo regresaba apurada del Jazz a terminar el almuerzo para sentarme a traducir un texto para un gran amigo tuitero.  Me interesaba salir cuanto antes del almuerzo y ponerme a trabajar para cumplirle en tiempo récord en agradecimiento por su confianza.

Entré como una tromba, prendí la cocina, el horno y la arrocera sin siquiera haber soltado el morral con mis zapatos, mat, música, etc.  Con la misma, saqué a Toffee al jardín para servirle su almuerzo.  Regresé a la cocina para asegurarme que las cosas de la cocina no se estuvieran quemando, pero la cocina estaba muerta!  El radio estaba en silencio; me tomó unos cuantos segundos entender que se había ido la luz.  Desconecté frenéticamente todo, ya que en una oscurana anterior, la corriente al volver me quemó 2 radios, un módem y un breaker.  Ya el sábado 30 de abril había habido dos mini-cortes de cerca de 30 minutos cada uno por lo que luego de tuitear que estaba #sinluz en Altamira me senté a esperar pacientemente.  El celular amablemente me indicó que no tenía señal wifi, lo desactivé y la señal pasaba de 4G a E y vuelta a 4G, 3g, 3G, E en cuestión de segundos por lo que pensé que Guri había colapsado finalmente. 

Pasaron los minutos, las horas y los DÍAS para terminar estando sin luz aproximadamente 106 (ciento seis) horas, es decir más de 4 días completos desde el lunes 02 a la 1 pm hasta quién sabe qué hora de la madrugada de hoy 07 de mayo.  Les confieso que para una persona hiperconectada y totalmente 2.0 como yo, esta es una de las peores pruebas que me ha tocado vivir.

En mi casa TODO es eléctrico: la cocina, la bomba hidroneumática, etc.  De modo que a la falta de luz se sumó rápidamente la falta de agua, ya que al agotarse el agua abajo, arriba no quedaba sino un ruidito como un gorgojeo del aire pasando por la tubería.  Arrancó entonces la operación ToboCapital: del único chorro del jardín con agua directa de la calle llenamos los 2 tobos que tenemos (uno tiene una fuga de agua, por cierto) y 4 botellas de Coca-Cola Light vacías.  Busqué las velas, las preparé para que estuvieran listas en caso de que todavía en la noche no tuviéramos luz...  Por supuesto el celular se chupó la batería en nada de tiempo, puesto que él, viniendo del primer mundo, no está acostumbrado a esa inestabilidad de señal.

Alfonso pasó toda esa primera noche dándole al switche de la luz, pero nada.  Amanecimos el martes, todavía con la esperanza de que en cualquier momento volviera la luz, pero no.  La noche del martes conectamos la manguera al chorro del jardín y valiéndonos de un pabilo la subimos hasta la ventana del baño y nos pudimos bañar (con manguera) en la ducha.  Esa misma operación la repetimos el miércoles en la noche.  El jueves nos quedamos sin bañar porque tuvimos que salir y cuando volvimos ya estaba todo demasiado oscuro para hacer la conexión de la manguera.

Pero lo mejor de todo fue ayer viernes.  Como a eso de las 9 de la mañana, sintiéndome absolutamente miserable decidí bañarme en el jardín con la manguera pequeña.  ¡Qué experiencia tan maravillosa!  ¡Totalmente hedonista!  Rodeada de verdor, sentada en un murito de piedras y bajo la mirada atenta y escrutadora de una guacharaca ¡me di el baño de mi vida!  Si la vida te da limones, haz limonada!  Ya tenemos luz, pero de ahora en adelante voy a hacer de mis baños en el jardín un ritual.  Es el antídoto perfecto a tanta patria y tanta miseria.  Descubrí que con las horas, la oscurana ya no es sólo física, se hace también mental y sólo te quedas sentado viendo al infinito totalmente desconectado de todo lo que te rodea. 

El murito de piedra y la manguera para mi baño hedonista
Mi vista desde el baño!














Me pasaban por la cabeza mil tuits que podría haber escrito, pero que por miedo a quedarme sin pila de nuevo se me quedaban en la punta de los dedos.  Me martillaba la angustia de la traducción sin hacer.  Me preguntaba aterrada qué pasaría cuando volviera la luz y mi casa que es una anciana venerable recibiera de golpe la corriente y las aguas volvieran a correr por las tuberías.  Esta semana dormí poco y mal.  Estaba aterrorizada de constatar en carne propia lo que es el horror de vivir en esta “patria bonita” a merced de que alguien se apiadara de nosotros y nos arreglara la avería.  Las excusas o razones que daba CorToelec eran insólitas, por decir lo menos: “se necesita una bomba de achique; ya tenemos la bomba, pero nos falta una grúa; se necesita una unidad “Vactor” y solamente hay dos (nunca me atreví a preguntar si sólo habían dos en TODA Venezuela o en la región capital, nada más); no tenemos cuadrillas; no han llegado los materiales, no tenemos vehículo para transportar a la cuadrilla y los materiales (me he debido ofrecer a buscar la cuadrilla y los materiales); hay varios reclamos delante del suyo; hay otras regiones dentro del municipio sin luz”.  No me quiero NI imaginar qué pasaría si viviéramos un desastre natural como el huracán Katrina o el terremoto de Ecuador o el de Japón.  Las personas que atienden en CorToelec son de dos tipos: pensantes y robots.  Las pensantes al menos hacen creer que están averiguando qué pasa y algunas hasta muestran signos de piedad.  Las robots sólo leen una cartilla y se desprograman si les preguntas si alguna vez han estado 72, 80 o 90 horas sin luz: se vuelven un amasijo balbuceante que busca frenéticamente en la cartilla la respuesta correcta hasta que dicen “error 404” y cuelgan.

Les paso algunos tips de lo que deben hacer en caso de una oscurana prolongada como la que vivimos:

·           Desenchufen TODO, apaguen el hidroneumático.
·           Bajen todos los breakers.  Si se preguntan cómo van a saber cuándo llegue la luz, seguramente habrá alguna luz en la calle que les de una idea.
·           Llenen tobos y cualquier recipiente de agua.  Aprovechen que todavía las tuberías tienen algo de agua.
·           Si la nevera está en perfecto estado, la comida se mantiene congelada hasta 48 horas.  Luego de ese tiempo, se puede prolongar el frío colocando una bolsa de hielo en el freezer.  Ni se molesten en poner bolsas de hielo abajo, el frío baja, no sube.  Si quieren pueden poner algo de hielo abajo, pero el grueso debe estar arriba (o donde tengan el freezer).  Calculen una bolsa de hielo por día.
·           Es importante un cargador de batería para el carro.  Yo tenía que ir a casa de una amiga a dejar el celular cargando y me quedaba toda la mañana o toda la tarde desconectada.
·           Tengan un radio a pilas a mano.  Reconforta poder escuchar que en otras partes la vida transcurre normalmente.
·           Traten de mantener el orden normal de las cosas:  sirvan desayuno, almuerzo y cena en la mesa puesta con su mantel, sus platos y vasos, así lo que vayan a comer sean cachitos o pizza.  Acuéstense y levántense a la hora acostumbrada y sigan su vida como si nada.  De ese modo habrá algo “normal” dentro de la anormalidad general.
·           Tengan velas (muchas) y un encendedor/yesquero.  Alrededor de un paquete de velas medianas (4 ó 5 por paquete) por día.  Las velas se consumen increíblemente rápido.
·           Una linternita pequeña de esas tipo llavero resulta muy práctica.
·           Tengan palitos de incienso de Citronella para espantar los mosquitos.
·           Es una buena idea preparar un kit con las velas, el yesquero, la linterna, los palitos de incienso y el cargador para el carro como si se tratara de un kit de primeros auxilios y pónganlo en un sitio de fácil acceso.  De ese modo podrán tenerlo a mano, sobre todo si la oscurana se presenta cuando no haya luz del día.

NO SE DEJEN APAGAR!

Desde aquí quiero agradecer públicamente a todas las personas que me brindaron su solidaridad y que gentilmente pusieron sus baños, casas y cocinas a mi orden.  ¡Muchas gracias!


domingo, 10 de abril de 2016

De plastilina a pintura de uñas



Gracias a los buenos oficios de Pichu que tuvo la brillante idea de armar un grupo de WhatsApp para reunir a la flamante promoción Merici X, estoy reconectada con un pedazo importante de mi vida: ¡mi etapa de crecimiento desde los 4 hasta los 17 años!

Mis compañeras son todas profesionales exitosísimas, muchas de ellas abuelas orgullosas, de esas que a la menor provocación te muestran como 100 fotos de cada nieto y te explican con detalle los avances, aventuras y maravillas de esa nueva etapa de sus vidas, relamiéndose de gusto.
No obstante, el detonante para escribir este post no son los éxitos profesionales o familiares de mis compañeras, sino mis sentimientos al compartir con ellas ayer en un desayuno de esos donde la mesa casi cruje de todos los manjares que contenía.

Todas hemos tenido una vida de colcha de retazos, con sus pedacitos lindos y sus pedacitos no-tan-lindos, pero al volver a estar juntas, regresamos a los 4, 7, 10, 12, 15 o 17 años de edad y retomamos las conversaciones exactamente en el punto en la que las dejamos sin siquiera parpadear.

¡Es bonito reconectarse con la niña interior, esa que se me sale a cada minuto y a la que tengo que estar regañando para que entre y no me deje ante el mundo como una absoluta boba! 

Es bonito reconectarse con los proyectos, ilusiones y alegrías de antes.

Es bonito saber que no estoy sola en este barco, que somos muchas y muy queridas que estamos remando...

En un país donde hay ruina por doquier, ayer quedé suspendida en una burbuja de amistad durante un par de horas.  Me olvidé que pocas cuadras más abajo de donde estábamos había una enorme cola frente a un automercado.  Me olvidé que no pude llevar una de mis “especialidades” porque no tenía mantequilla ni azúcar.  Me olvidé de mi batalla diaria para subsistir con dignidad en un país manejado por un chofer de autobús.


¡Desde aquí quiero agradecer a Pichu, artífice del chat de WhatsApp y a Anacoco, gentil anfitriona junto a su perro Turrón, que me devolvieron un poquito de alegría en tiempos tan turbulentos!