Este es un cuento
para niñitos, de esos que se echan cuando ya el criaturo está (por fin) en la
cama y pide que le cuenten un cuento…
Cuando yo era
chiquita mi mamá me contaba unos cuentos locos y divertidos y después, cuando
mis hijastros se quedaban a dormir yo hacía lo mismo provocando carcajadas
abiertas o disimuladas entre mis oyentes, dependiendo de su edad, cada vez que
les contaba lo que decía la revista “Guamour” o “Miamuaselle”.
En recuerdo de esos
cuentos nocturnos, aquí va el cuento de Guachafita y Alharaca, las guacharacas
visitantes.
Guachafita y Alharaca
son dos vistosas y ruidosas guacharacas que suelen visitar la casa y posarse
muy elegantes en el Chaparro Cenizo.
Hasta ahora sólo eran ellas dos, pero aparentemente les gustó el
vecindario y luego de averiguar con las ardillas si el sitio era tranquilo”, “Tú
sabes - comentó Guachafita mientras se arreglaba la cola – sin ruidos molestos,
ni peligros de guarimbas felinas” decidieron construirse una misión vivienda en
alguna parte del jardín y procedieron a tener familia.
El problema vino
cuando uno de los guacharaquitos, muy inquieto y miembro del movimiento
estudiantil, decidió ir a explorar la zona y se perdió.
Comenzó Alharaca a llamar al niño hasta que
por fin, luego de montarse en la mata de Tamarindo lo divisó allá abajo, cerca
de las azaleas. Bajó rauda y venía
carreteando al jovencito cuando éste dio un giro inesperado lo cual hizo que
Alharaca clavara los frenos y diera vuelta en U para seguir la persecución. El criaturo logró zafarse de la vigilancia
parental y se fue para el lado opuesto del jardín donde los humanos habitantes
de la casa tuvieron que meterlo en una caja y llevarlo de regreso con su mami y
su papi. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Este cuento es
rigurosamente cierto y fue el evento del almuerzo del día de hoy. Creo que es la manera que tiene Dios de
hacerme olvidar en qué país vivo y los sucesos espeluznantes diarios. J
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